Espeleólogos de la Agrupación Espeleológica Ramaliega (AER) y del Grupo Espeleológico La Lastrilla (GELL) superaron el pasado fin de semana la cifra de los 120 kilómetros en el Sistema del Mortillano (Soba), lo que la convierte en la decimoquinta cavidad más grande del mundo, y la sexta a nivel europeo.
Durante el fin de semana, un grupo de seis espeleólogos exploró y topografió casi un kilómetro de nuevas galerías, en el sector de la Rubicera. "Seguimos un nuevo cauce que habíamos descubierto hace un mes, precisamente el día de la huelga, por lo que fue bautizado como Río de la Huelga General" señala Ricardo García, presidente del AER.
"Lo recorrimos durante cientos de metros, instalando unos cuantos pasamanos y cascadas, hasta llegar a una inmensa sala por la que se precipitaba el agua". Mientras, otros miembros del equipo realizaban una escalada en la zona norte, alcanzando nuevos niveles desconocidos hasta entonces.
Las exploraciones continúan. "El río que seguíamos se pierde en la base de esa inmensa sala" cuenta Ángel García. "Este fin de semanas nos hemos visto detenidos allí, en la cabecera de un pozo de 50 metros, pues nos quedamos sin cuerda". Las continuaciones son varias y muy evidentes, por lo que los miembros del AER esperan que el sistema continúe creciendo en los próximos meses. "Lo que más nos intriga es de dónde viene y a donde va este nuevo río", cuenta Cristóbal Ortega, "pues nos rompe los esquemas que previamente teníamos".
LA MAYOR CAVIDAD PENINSULAR
El sistema del Mortillano se convirtió en agosto de 2009 en la mayor cavidad española, superando a Ojo Guareña, cueva burgalesa que hasta entonces ostentaba el título. Su exploración comienza a inicios de la década de los 60, de la mano de grupos franceses. Desde entonces, espeleólogos galos y nacionales fueron desentrañando este gigantesco dédalo subterráneo.
En los años 90, el grupo ramaliego AER retomó unas exploraciones que parecían haberse ido agotando, acompañados por amigos de otros clubes españoles, tales como Celtas, Burnia o MTDE. Escaladas, desobstrucciones, vivacs subterráneos de varios días y continuas búsquedas por los lapiaces del Mortillano han permitido sumar, a lo largo de los últimos 20 años, más de 40 kilómetros de nuevas galerías.
"Es un trabajo en el que la parte física se conjuga con la mental", explica Pedro Merino. "Junto a la exploración está el trabajo de topografía, la toma de datos en el terreno, pasar todo al ordenador, comparar los resultados con la geología, buscar posibles conexiones con el exterior,... Es una especie de búsqueda del tesoro, cansada y dura, pero muy divertida".
El fruto de esa búsqueda es un "coloso" de 120 kilómetros de desarrollo, 950 de profundidad, más de 20 entradas (casi todas simas verticales), ocho grandes ríos y un sinfín de pequeños afluentes, pozos de más de 300 metros de vertical absoluta, etc.
Para los próximos meses los objetivos de la AER pasan por continuar la exploración del nuevo río, y tratar de encontrar nuevas entradas revisando las zonas del exterior cercanas a las nuevas galerías. "Algunas de las galerías están a menos de 80 metros de profundidad con respecto al exterior. Si lográramos entrar por ahí, nos ahorraríamos muchas horas de caminata subterránea", indica Susanna Graf.
